27 de enero de 2007

REALIDADES ALTERNATIVAS (2)

[NOTA: PRIMERO LEER "REALIDAD ALTERNATIVA I", DEBAJO DE ÉSTA]

[Realidad Alternativa II. Día 5 de Enero de 2038, París, Francia]


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De visita en París, me llaman de parte de Don Felipe, acepta concederme la entrevista en el lujoso hotel en el que se hospeda mientras se encuentra de visita de Estado en Francia. En el aerotren, un sofisticado medio de transporte público que me conduce entre los grandes edificios y monumentos parisinos, me da tiempo a rememorar mis años de juventud. Soy ya un hombre de casi medio siglo de vida, licencieado en Derecho pero que se dedica a escribir para
El Mundo. Me asalta el recuerdo del blog que escribía hace tanto tiempo, Juancarlistas Antizp se llamaba.
-¡Cuánto ha cambiado España desde entonces...! -suspiro de pronto en voz alta-.
La cálida mañana, pese a ser Enero (cosas del calentamiento global), me recuerda a mi España. Por fín llego a mi destino. Me abre la puerta de la suite presidencial una mirada inteligente, profunda. Su rostro encierra una belleza ya marchita y las arrugas de la edad y de los disgustos surcan su piel. Su especial barbilla, algo prominente, y su pelo lacio y castaño -teñido en un intento de disimular la edad-, me hacen quedarme un tiempo embelesado. Si figura, ya de una mujer que ronda casi los 70, sigue siendo delgada, aunque ya sin la esbeltez y el atractivo que antaño le caracterizaron. Doña Letizia me saluda finalmente y me invita a pasar. En el amplio salón se encuentra un hombre anciano pero jovial, incluso algo más rejuvenecido que la última vez que le ví. Su Majestad el rey Don Felipe me saluda efusivamente. Su mujer le profesa una caricia y nos deja solos, después de recordarle que más tarde tendrían una reunión prevista con el embajador español en París. Comienzo la entrevista.
-Si le parece, señor, empezamos. Le prometo que no nos ocupará mucho tiempo.
El Rey me sonríe y asiente con la cabeza.
La entrevista no dura mucho. En realidad, ni siquiera yo le presto mucha atención a mis propias preguntas, y a veces me distraigo mirando al hombre que tengo delante de mí sin escribir sus palabras en mi portátil. Felipe VI se siente un triunfador. Rondando los 70 años, el monarca se siente satisfecho de sí mismo, de su trabajo, de su familia. Me habla de los díficiles años 20, de las preocupaciones por las tensiones nacionalistas y del terrorismo etarra. Pero a todo ello a sobrevivido la Corona, y con ella España. Rememoramos juntos, ya fuera de la entrevista, que el Rey ha sabido salir al paso de un intento de golpe de Estado, de una guerra con Marruecos y de un referendum para abolir la Monarquía en la que, al contrario, ésta salió fortalecida. Pese a lo que muchos creían cuando era príncipe y su padre aún vivía, este rey ha resultado crucial para España. Hay quienes dicen que incluso ha sido mejor rey que su padre. No se ha callado nada y han sido polémicos sus diversos enfrentamientos con diferentes gobiernos. Y quizás eso le haya granjeado el cariño del pueblo. En los últimos años, la Constitución del 78 ha sido modificada para hacer de España un Estado más efectivo y centralizado. Hoy el Rey de España es el Jefe de la Mancomunidad de Naciones Iberoamericanas, una unión supranacional casi tan pujante como su homóloga la Commonwealth, y nuestra Patria es la quinta potencia mundial y miembro del G-8. El Rey sonríe feliz hablandome de todo esto, de los logros alcanzados por los españoles. Y yo sé que en el fondo se siente satisfecho de haber superado, en cierta medida, a su ídolo: su padre.
De repente irrumpe, seguido de la reina Letizia, un pequeño de unos tres años, rubio y con los ojos azules que ha viajado con ellos hasta la capital gala. Sin duda es todo un Borbón. Corre a besar a su abuelo.
-¿Es el mayor de Leonor, verdad? -pregunto-. Hacía tiempo que no le veía.
-Sí, está guapísimo -me responde la Reina desde la entrada-. Igualito a la princesa Leonor de su edad, ¿verdad que sí Felipe?.
Don Felipe asiente y monta al niño en su regazo. Entonces me fijo en la espada de juguete que aferra en la mano derecha.
-¿Y esa espada, es tuya?
El pequeño me sonríe y, muy dicharachero, se acerca a enseñarmela y me responde que sí.
-¿Y a qué juegas con ella? -le interrogo-.
-A ser un príncipe.
Los Reyes se miran y empiezan a reírse. Y yo río con ellos. La risa de Don Felipe se calma y su mirada, que irradia felicidad y satisfacción, se posa en algo que está a mis espaldas. Se trata de una fotografía que la Reina lleva a todas partes del día de su boda. En ella, aparecen ellos en el centro, brindando, acompañados a derecha e izquierda de Don Juan Carlos y Doña Sofía que les miran mientras la última aplaude.
-¡Qué cosas tienes, Juan Carlitos! -exclama finalmente Don Felipe-.
Pero yo me he quedado hipnotizado mirando la fotografía. Mi imaginación me juega una mala pasada, y la foto de tamaño medio se transforma en un cuadro grande en el que sólo aparece Don Juan Carlos I, vestido de general y sentado en un trono. Ensimismado, les pregunto a los Reyes por qué viajan con un cuadro tan grande del anterior rey.
-¿Qué cuadro? -me preguntan-.
De pronto el cuadro toma su verdadera forma y se me presenta como un marco mediano en el que aparece la foto de su boda.
Me invade una sensación extraña, antinatural. Esta situación la he vivido, en otro espacio, en otro mundo. De pronto se me abre en mi mente un inmenso vacío en el que se me presenta la desaparición de España. Por un momento, creo que los Reyes se encuentran en París no de visita oficial, sino porque están exiliados. Por un momento creo ver en el Rey una hombre abatido y desdichado. Por un momento, creo que alguien, en otro lugar, en otro tiempo, vigila dos realidades paralelas y alternativas. De pronto dos colores me deslumbran, dos colores vivos que me devuelven a la realidad. Una bandera rojigualda, con el escudo propio, es colocada por unos trabajadores del hotel tras el sofá en el que SS.MM. juegan con el nieto. Y la sonrisa del rey Don Felipe me devuelve completamente a la realidad. El infante Juan Carlos salta del regazo de su abuelo para continuar jugando.
-Imaginaciones mías -me disculpo-.


El Hispánico

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ésta está mucho mejor que la anterior, jejeje... Te has pasado un poco con lo Jefe de la Mancomunidad de Naciones Iberoamericanas pero suena mejor que lo de Confederación de Repúblicas de Iberia, jajaja...

El_Hispanico dijo...

Jajaja, bueno, no voy muy desencaminado, no te creas. Las Conferencias Iberoamericanas de Jefes de Estado y Gobierno, impulsadas por SM el rey Juan Carlos, se están convirtiendo en toda una institución, y van encaminadas a posibilitar algún tipo de unión sociopolítica entre España, Portugal y los países colonizados por éstos. Y la institución precursora de los descubrimientos del siglo XV en América fue la Corona de Castilla, hoy Corona de España, además de que el Rey y el Príncipe son ya unas personalidades muy relevantes en Latinoamérica, tampoco es tan descabellado pensar que si un día finalmente se crea una unión Iberoamericana (que nadie se confunda, opino que sería una unión comercial y económica, no una Unión Europea) sea el Rey de España el Jefe simbólico de la unión, como lo es Isabel II de la Mancomunidad de Naciones Británicas.

A mí también me gusta más, y en principio no lo iba a publicar, pero finalmente he decidido que España tiene derecho a tener un buen futuro también en mi blog, jejeje.

Daido's dijo...

jajajajjajaaj que bueno, una genial historia de terror, espero que nunca ocurra.

Saludos!