16 de octubre de 2006

ABUCHEOS A ZETAPÉ, ¿"URDACI AL INEM"?

Soy joven y las pasadas elecciones son las que recuerdo con mayor nitidez. Recuerdo una campaña electoral de fieras, un incansable ZP que nos repetía hasta la saciedad lo mala que era "La Guerra", así, con "La" y en mayúsculas, puesto que pese a haber cientos de otras más cruentas y extensas en el tiempo, sólo la apoyada por la España de Aznar era mala malísima. Después vino el 11-M. No se hablaba de otra cosa: el PP y por tanto el Gobierno ocultaba información sobre la autoría. "PP ASESINOS", llegaron a escribir esos días en la fachada de mi casa por el simple hecho de que mi padre es un conocidísimo militante del PP en esta localidad, nada más. Recuerdo las manifestaciones, los gritos, los insultos al PP. "¡Asesinos!" se oyó mucho salir de la boca de aquellos que en esos días no duraron en calificar así a un Gobierno legítimo y hoy lo maquillan como "izquierda abertzale" a una banda que lleva, efectivamente asesinando, y por la espalda, 40 años. Por último recuerdo esa noche en que España comenzó a cambiar, el 14-M. Zapatero con su risa de tonto (que por cierto después de 2 largos años se la ha borrado y ha envejecido 10 años de golpe) miraba exultante a la multitud congregada en la noche madrileña en Ferraz para aclamar, al que ya sabíamos, V Presidente del Gobierno en la historia de la España democrática...

Y entonces lo ví. Lo oí. "¡Urdaci al INEM, Urdaci al INEM!". La multitud socialista lo gritaba. Lo pedía, lo exigía. Se referían como no a Alberto Urdaci Iriarte, director de los servicios informativos de la TVE de Aznar y símbolo de toda la "despreciable manipulación de la derecha". Y cierto es: Urdaci manipuló en varias ocasiones, rozando no, sobrepasando, el nivel de ridículo nacional. Creí tontamente que, quizás, con la llegada de Zapatero al Gobierno de la Nación, al menos se vería obligado a sostener una imparcialidad que su partido denunció inexistente anteriormente, para no ser acusado de lo que acusó él. Me equivoqué: no ha impulsado una televisión de todos los españoles. Claro, también nos taladró la cabeza con su impoluto pacifismo y sus críticas a la Guerra de Irak, pero el señorito se permite enviar tropas a otros muchos países, vamos que digo yo que un arma mata igual en Kabul que en Bagdad, lo mande un presidente de derechas como uno de izquierdas.

El caso es que el pasado jueves, 12 de Octubre, Día Nacional de España, estuve viendo el Desfile de las FF.AA. Vi como llegaba Su Majestad, entre aplausos y el cariño de los madrileños, y ví también a Zetapé, bajar del coche entre abucheos. Hasta ahí todo normal, al Rey se le quiere, a este presidente por accidente no. Y menos en Madrid, aquí que no nos vengan con cuentos socialistas después de que somos una región marginada por el Gobierno por el mero hecho de que Esperanza Aguirre sea nuestra presidenta y, encima (¡qué descaro!), nos vaya muy bien. Retomando el hilo de la historia, resulta que pasó todo el desfile y los altos mandatarios se disponían a abandonar Colón para ir al Palacio Real para la recepción oficial que ofrece Su Majestad el Rey. Estaba viendo yo todo ésto, cuando, ya montada la Familia Real en sus respectivos automóviles, empezaron a sonar silbidos y abucheos. Para mí desconcierto, las cámaras de TVE enfocaban al coche del Rey dando la impresión de que el abucheado, el despreciado por el Rey era el monarca. Yo no me lo tragué, "¿los abucheos no vienen de más lejos?", pensé. "La gente que veo está aplaudiendo, no silbando, ¿dónde están los que abuchean?", ¿por qué esperan a que el Rey entre en el coche y no lo abuchean antes de entrar si es lo que pretenden?", medité.

Y no sólo eso. Tan hipócrita fue el periodista que narraba el desfile que dijo "No crean que intentamos acallar los silbidos y abucheos, no creo que sean dirigidos al Rey, pero si es así, es síntoma de democracia sana...", sí, pero el muy cerdo no dijo que sabía perfectamente que los abucheos no eran para el Rey, sino para el Presidente. De eso me enteré en las noticias, eso si encajaba. Qué vergüenza... Como publicó ayer en El Mundo Ansón, seguramente Zapatero llamó a los responsables de tal manipulación a Moncloa para pedirles explicaciones. "¡Qué desfachatez, qué caradura!, ¡qué falta de profesionalidad!", les diría nuestro presidente, "¡tontos, os ha faltado enfocarme a mí cuando a él le aplaudían!".


El_Hispánico

9 de octubre de 2006

¿LEONOR O PELAYO? LA MONARQUÍA DE LA NUEVA ESPAÑA

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Comienzo titulando "¿Leonor o Pelayo?" este artículo en el que, desde mi humilde opinión, paso a analizar el futuro y los derroteros del actual problema sucesorio, con el que probablemente sea el nombre del segundo hijo de los Príncipes de Asturias si este nace varón, según afirmaron ya durante el primer embarazo de Doña Letizia. ¿Reinará Leonor o si tiene un hermano la desplazará de la sucesión? La polémica, la cuestión a tratar, reside en el artículo 57.1 del Título II de la Constitución:

La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M.
Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La
sucesión en el tronoseguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores;
en la misma línea, el grado máspróximo al más remoto; en el mismo grado,
el varón a la
mujer, y en el mismosexo, la persona de
más edad a la de menos.

A partir de aquí, la cuestión principal es, ¿y si nace niño? Si nace un varón, lo más probable es que quien no llegue a reinar sea él, y no su hermana Leonor. No existen en la Constitución, ni en ésta ni en ninguna otra, ni en otro país monárquico ni en otros tiempos pasados, un cargo de "sucesor del sucesor" o "infante heredero del príncipe heredero". Mientras Don Juan Carlos sea rey y Don Felipe su sucesor, no hay problema legal para que se modifique la Constitución después de haber nacido un niño. Además, la mayoría de los españoles, ven con buenos ojos que se elimine la cláusula de dicho artículo en el que se discrimina a un sucesor por razón de sexo. Sólo Reino Unido, España y Mónaco conservan la prioridad masculina frente a la femenina respecto a la sucesión, las otras 7 monarquías europeas han optado por igualar a la mujer con el hombre.

Como seres humanos que somos, los españoles tropezamos por segunda en la misma piedra. Esta cuestión se dió ya en la España de 1830. La reina Cristina, consorte de Fernando VII, daba a luz a Isabel, única hija del Rey, quien ya contaba 46 años, ya nada joven para la época. El problema, entonces, no residía en si debería reinar Isabel pese a nacer un hermano, sino si debería reinar en sí. En 1830, aún estaba "vigente" la Ley Sálica introducida por los Borbones que impedía a la mujer reinar, contraria a toda la historia de España, país que, paradójicamente, no existiría de no haber reinado Isabel la Católica. Ya antes de nacer la pequeña, Fernando VII había promulgado un Real Decreto por el cual abolía dicha Ley, para así asegurarse de que, naciese lo que naciese, fuese el futuro Rey o Reina de las Españas. Pero al nacer Isabel II, esto no gustó a muchos de los cortesanos y ministros del Rey, y mucho menos al infante Don Carlos, hasta entonces heredero al trono. Muere tres años después el rey Fernando y estalla la guerra civil: los carlistas contra los isabelistas.

Suponiendo que nazca en mayo un varón (y suponiendo que se llame Pelayo) ¿Sería posible un nuevo enfrentamiento bélico entre leonoristas y pelayistas, como he leido comentar en otros foros? Lógicamente, no. Y las razones no son que la "Monarquía no sobrevivirá mucho mas tiempo después que desaparezca Juan Carlos I" o porque España tenga "los días contados y con ella su monarquía", como he leído de algunos periodistas. El tema actual es, en su fundamento, radicalmente distinto al de 1833. Fernando VII era un tirano, un absolutista déspota y traidor que no dudó en masacrar a los liberales que tanto le habían defendido desde España. Por ello, al morir éste, España se dividió en dos: Don Carlos, su hermano, representaba el conservadurismo absolutista, el "un paso para adelante y dos para atrás", mientras que Isabel, y en especial su madre la reina Cristina, fue acogida como símbolo de los liberales. Por ello, el problema no radicaba en un problema sucesorio simplemente, sino también ideológico. Los que querían el cambio, el sistema liberal, la democracia, frente a los que buscaban perpetuar el absolutismo de Fernando VII.

Por otra parte, se dice que, si se cambia la Constitución, "Doña Elena debería ser la heredera", que "no se puede discriminar a una generación sí y a otra no". Soberbia tontería. Las leyes no pueden ser aplicadas pensando en compensaciones a generaciones anteriores. No se le puede acusar a una persona de cometer un delito si, en 1978, la Ley era distinta. Además, por esa regla de tres, Su Majestad el Rey, una vez derogada esa disposición del artículo, debería abdicar inmediatamente en su hermana Doña Pilar, Duquesa de Badajoz, y dos años mayor que él.

Otro gran escollo de la futura Leonor I de España será el papel que tome en el futuro nuestro país con respecto a su forma de Estado y al nuevo auge de los nacionalismos. Con la mala gestión de Rodríguez Zapatero, han surgido desgastes en todas y cada una de las instituciones del Estado, y por tanto también en la Corona. En España hay juancarlistas y monárquicos, y fallecido el actual Rey no todos serán leales a Don Felipe. Aún así, según recientes encuestas, el 38% de los españoles se declara monárquico frente a tan sólo un 24% de republicanos. El otro 38% es simplemente demócrata, y por tanto, mientras el actual sistema les garantice democracia, derechos y libertades, como así ha sido desde 1978 siendo el mejor período de la historia de España, no pondrán objeciones a que la jefatura del Estado sea hereditaria. En el futuro, la reina Leonor tendrá que velar por la cohesión de la Nación, puesto que la Monarquía Española se sustenta principalmente en ser símbolo de la indisoluble unidad de la Patria.

Una Reina, daría un toque de modernismo y regeneración a la Corona, que en el futuro puede hacerle mucha falta. El Reino de España se incorporaría entonces a la mayoría de las monarquías europeas, que en el siglo XXI en su mayoría tendrán en la jefatura del Estado a mujeres, como es el caso de Noruega, con Ingrid Alexandra; Holanda, con Catharina-Alexandra; Suecia, con la princesa Victoria o Bélgica, con Isabel, que será la primera Reina de dicho país.

En el futuro de la Monarquía, y con ella el de España y el de sus ciudadanos, Leonor será pieza clave, como lo fué (desastrosamente) Alfonso XIII en su época. De ella dependerá la continuidad de la Dinastía Borbón como Reyes de España. No tendrá la suerte de su padre, que sucederá al mejor rey y jefe de Estado de la historia de este país. Ella sucederá a un rey menos valorado por no ser tan necesario y crucial como la fué su padre en la Transición. Tendrá que vérselas con un nacionalismo mucho más fuerte y exaltado, un Estado al borde del federalismo y la segregación, una Nación amenazada por una sociedad cada vez menos patriótica y más manipulada por el sistema educativo desde su juventud y una incipiente generación de inmigrantes inadaptados. En esta nueva España, que tendrá que asumir y vencer todos estos problemas, será el siglo XXI una era crucial tanto para la Nación Española como para sus monarcas. En este sentido, tanto Don Felipe como Doña Leonor deberán hacer un impoluto trabajo para no acabar ellos en el exilio y los españoles, despatriados y disgregados en repúblicas ibéricas.

El Hispánico

5 de octubre de 2006

La sinrazón de la causa republicana


Payne: «Quien defienda la República en España merece estar en un manicomio»


DIARIO ABC.

ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS ENVIADA ESPECIAL WASHINGTON.

El prestigioso hispanista norteamericano Staley Payne calificó ayer de «trance muy complicado» y de «inédito» el momento que atraviesa España y advirtió sobre los desastres que puede traernos el «nuevo movimiento republicano».
El historiador recordó que la experiencia republicana en España «ha sido desatrosa, pues la Primera colapsó el país y la Segunda lo dividió en una Guerra Civil». «Si con esta experiencia alguien cree que la República puede ser en este momento una solución para España, merece estar apartado en un manicomio», afirmó, intentando suavizar con sentido del humor su seria advertencia.
Payne hizo estas afirmaciones a un grupo de periodistas españoles después de pronunciar una conferencia en la Cátedra
Príncipe de Asturias de la Universidad de Georgetown sobre «La España del siglo XXI: logros y retos», en la que hizo un repaso a la historia reciente de nuestro país tras la muerte de Franco y a la que asistió Don Felipe, que se encuentra de visita oficial en Washington.
No sólo la izquierda radical
El hispanista excluyó de esta tendencia republicana al «hombre de la calle, que no está politizado», y apuntó a «la extrema izquierda, a algún sector del Partido Socialista y a los ex comunistas, la llamada «izquierda hundida»», una minoría que, según explicó, no valora lo que significó la Transición de España a la democracia.
En su opinión, «el nuevo movimiento republicano hasta ahora no ha creado grandes dificultades, pero no sabemos qué va a ocurrir en el porvenir, porque pasar de la actual Constitución y de la actual estructura del Estado, instaurar la República o hacer una Segunda Transición será desastroso para España».
No obstante, Payne matizó que aunque un cambio drástico de sistema sería catastrófico, «otra cosa es reformar la Constitución, porque toda Constitución es reformable y, a veces, incluso deseable».
También se refirió en sus declaraciones al problema del nacionalismo radical, motivado por «la ausencia en la Constitución actual de un techo» que limite la transferencia de competencias a las Comunidades. En este sentido, añadió que conseguir que la estructura del Estado sea «estable» corresponde al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, algo que, en su opinión, «ha funcionado en el caso catalán, pero es mucho más difícil en el caso vasco», ya que implicaría una reforma de la Constitución no modesta, ni marginal y «éste es uno de los peligros» que amenazan a España.
Preguntado sobre la incapacidad que demuestran los dos grandes partidos, PP y PSOE, de ponerse de acuerdo sobre temas fundamentales, como la reforma de la Constitución, las autonomías y el terrorismo, Payne quiso ser prudente: «Hay que ver qué propuesta y en qué términos hace el Gobierno y cómo responde el PP. Pero será complicado, sobre todo en el caso vasco, porque hay exigencias enormes que son muy difíciles de satisfacer dentro de los moldes democráticos».
Además, aludió al «Gobierno interno del País Vasco» y afirmó que en esta Comunidad «no se respetan los derechos constitucionales, democráticos y civiles como se respetan en el resto de España. Hay un problema de abandono de los ciudadanos del País Vasco. El gobierno de nacionalismo radical, en varios aspectos, restringe los derechos. Este cinismo es un gran problema».
Payne, profesor emérito de Historia en la Universidad de Wisconsin-Madison, es autor de numerosos libros sobre España. El último publicado es «El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1933-36)».